Durante seis temporadas, Veep fue constantemente uno de los mejores, más inteligentes y divertidos programas de televisión. Puede que ni siquiera necesite ese de calificador. Incluso logró mantenerse brillante después de la partida de su creador y showrunner, Armando Iannucci, quien se fue después de la cuarta temporada. El programa sobrevivió a esa pérdida. Pero no pudo sobrevivir a Donald Trump.
Desde su primer episodio, la séptima, la actual y también última temporada de Veep se ha sentido apagado. Solía tener esta forma de imitar de manera muy accidental y, por lo tanto, inquietantemente, nuestro panorama político. Ahora, sin embargo, parece que los escritores están tomando eventos y relaciones políticas reales y están encontrando formas de mostrarlos en la pantalla. El enfoque entonces está menos en estos personajes despreciables pero convincentes y más en dar al público escenas familiares de las que reírse.
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Gran parte de esta temporada se ha sentido directamente extraída de los titulares. Jonah tiene opiniones terribles sobre las vacunas y también lanzó una versión del birtherism, exigiendo el certificado de nacimiento de Selina para demostrar su edad. Esta semana (spoilers), Selina fue una mala compañera de cuarto del nivel de Julian Assange durante su breve estadía de asilo en la embajada de Finlandia. Y no me refiero a lo mucho que el programa ha arruinado a mi amada Amy al convertirla en una imitación de Kellyanne Conway.
En lugar de capturar magistralmente el alcance general y el tono de la política, dándonos esa ventana característica de Iannuccian hacia los defectos humanos que convierten las grandes estructuras políticas en corruptas tomas de poder, lo que ahora tenemos se siente más como una serie de mediocres. SNL punchlines, señalando el absurdo ya demasiado obvio de situaciones políticas actuales específicas. Es mucho menos inteligente, menos convincente y, lo que es peor, el programa ha sacrificado a sus personajes en su búsqueda de relevancia inmediata.
Selina siempre ha estado concentrada en su objetivo de ascender al cargo político más alto. Pero al principio del programa, cuando Selina era en realidad la Veep, su mayor obstáculo (al menos en sus ojos) era el presidente actual, Hughes, quien le impedía asumir ningún poder real. Es revelador que nunca vimos a Hughes, no solo porque no era importante para la historia de Selina, sino porque estos políticos, incluida Selina, son básicamente intercambiables. No le importa el pueblo estadounidense (en cierto modo desprecia al pueblo estadounidense) y ciertamente no quiere ser presidenta porque cree que sería mejor en eso que cualquier otra persona. Simplemente siente que se merece esa forma específica de poder.
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Todo eso sigue siendo cierto esta temporada, pero en lugar de burlarse de la institución que genera este tipo de narcisismo, el programa se centra en Selina como un monstruo específico. En un momento en que todos invertimos en la investigación de Mueller y ahora informamos, viendo exactamente lo que estaba dispuesto a hacer para ser elegido, es mucho menos divertido ver a Selina sopesar los beneficios de un tiroteo masivo u ofrecer vidas tibetanas reales a China. El presidente Liu a cambio de su ayuda en su última candidatura presidencial.
El viaje de Amy (oh no, se suponía que no debía empezar) también siempre ha sido sobre el poder. Se podría argumentar que su última evolución tiene algún sentido, ya que siempre ha sacrificado su bienestar y gran parte de su integridad en su dedicación a ayudar a otra persona a ascender. Ni siquiera parece importarle el candidato, solo el poder y la victoria, por lo que podría saltar de Selina a Buddy Calhoun y, claro, incluso a Jonah. I podría poder comprarla cambiando toda su imagen, ya que seguramente conocería el impacto de una boquilla al estilo de Conway. Pero luego Dan la felicita (casi me ofrecí a ayudarte en tu carrera, luego te follo, luego le digo a todos en la oficina que eres una puta inestable, un cumplido de Dan) y de repente ella se siente abrumada por su rechazo hacia ella y la presencia de él. ¿nueva novia? Una trumpiana usa la feminidad armada para hacer que sus críticos y oponentes la subestimen. En realidad, no es tan débil de voluntad y dependiente como Amy parece haberse vuelto. Ese extraño desarrollo del personaje no era digno de ella y era una pérdida de tiempo en pantalla, y mucho menos de su espacio cerebral.
Veep estaba en su mejor momento cuando existía en un mundo paralelo a nuestro propio infierno político. Ahora que parece haber saltado los plazos, es mucho menos entretenido. Con solo un episodio restante en esta temporada final, (presumiblemente) obtendremos un límite en el arco de Selina. En este punto, no sé si importa.
(imagen: HBO)
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